El gato como medio de comunicación.
Un muchacho se enamoró de una joven y le rogó que se casase con él. Ella aceptó, pero puso tres condiciones: que el marido haría todas las tareas de casa, que no le hablaría a ella jamás de eso y que no le levantaría la mano.El muchacho aceptó, se casaron y comenzaron a vivir felices.
El marido comenzó con la ilusión a hacer todas las faenas de la casa por que amaba de veras a su mujer,pero pronto se cansó de tener que estar trabajando todo el rato después de venir de su propio trabajo, mientras su mujer se divertía todo el día con visitas y espectáculos,ya que no tenía nada qué hacer ni en casa,ni fuera de ella. Pero el marido había dado su palabra y no podía decirle nada sobre ello, ni de palabra ni de obra, y no tenía màs remedio que seguir con todo el trabajo día a día.
Un día, antes de salir de mañana para su trabajo en el campo,el hombre se dirigió al gato, que dormitaba acurrucado en su rincón favorito, y le dijo:"¡Escúchame, gato inútil y perezoso! Tú te pasas el día sin hacer nada y yo tengo que trabajar en el campo todo el día y cuando vuelvo por la noche tengo que limpiar la casa y preparar y servir la cena.Desde hoy esto se acabó. Cuando vuelva esta noche, quiero que toda la casa esté limpia y barrida y la cena preparada. y ¡ay de ti si no lo haces!".
El gato siguió tan tranquilo en su rincón, y la mujer, que lo había escuchado todo, decidió sin embargo no darse por aludida y se marchó a corretear por el vecindario como todos los días. Volvio el marido, vio la casa sin hacer y, dirigiéndose al gato, comenzó a increparle, a hecharle en cara no haber cumplido con su deber. El gato se refugió de un salto en brazos de la mujer y el marido siguió dándole a la vara sin fijarse sobre quién caían los golpes, mientras continuaba dándole gritos al gato y asegurándole que lo mismo pasaría al día siguiente si no limpiaba la casa y preparaba la cena.
Tres días sucedió lo mismo, y al tercer día la mujer , que entre los arañazos del gato y los palos indirectos del marido se había llevado una buena paliza, se prestóa comprender lo que no quería comprender: las amonestaciones al gato iban para ella, con lo cual agarró escoba y bayeta, barrió y fregó la casa, encendió el fuego y preparó una suculenta cena que comió en paz y alegría con su marido.
Y al gato, que no habia entendido nada de todo lo sucedido, le dieron también una buena porción para resarcirle de los golpes recibidos...
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